Una nunca abandona los lugares que ama. La Iglesia Parroquial Mayor es el edificio más antiguo de Sancti Spíritus, mi ciudad natal. Cuando era pequeña, creía que existía un güije (duende característico de la cultura cubana) que caminaba por las galerías secretas de la iglesia cada noche, mientras la ciudad dormía.

Durante años olvidé que la iglesia existía. Estaba tan acostumbrada al panorama de Sancti Spíritus: las calles, la gente, las canciones de los tríos, el puente de estilo romántico… Todo era parte de mi cotidianeidad y ya no quería seguir viviendo en un espacio tan pequeño. A los 26 años, deseaba irme de Cuba y conocer un paisaje diferente. Sentía que me ahogaba en aquella isla hermética, unilingüe y abrasadora …

Durante mi último viaje, reducido a una semana por la pandemia covid-19, sentí la necesidad de ir a contemplar la vieja iglesia. Era mi último día. Mi familia estaba triste por el anuncio de mi regreso temprano. Había pasado el día haciendo llamadas para encontrar un vuelo, un taxi que me llevara al aeropuerto y cancelar cualquier actividad o visita.

El sol estaba casi en el cenit. Tuve algunos unos segundos para observar la vieja torre azul con los ojos llenos de afección.

Cuando intento comprender mi impulso de ir a ver la iglesia, creo que solo necesitaba asegurarme de que ella estaba allí y que, a pesar de mis idas y venidas, ella seguiría firme, imponente, fijada a ese lugar mágico en el mundo que adoro y que a veces odio frenéticamente.

Una nunca abandona los lugares que ama. Sancti Spíritus es mi hogar, el lugar de todos mis regresos. Le huyo, pero le pertenezco. Si un día visitas la ciudad de mis regresos, saluda de mi parte la vieja Iglesia Parroquial Mayor.

Si quieren leer más sobre el tema, aquí les dejo una publicación del periódico local de Sancti Spíritus.

Escrito el 4 de junio, por el aniversario 506 de Sancti Spíritus.